miércoles, 31 de diciembre de 2014

¡Pasen y lean!: Diario de Piltrafilla


Día 721


Piltrafilla se había llevado toda la noche en su último turno de refuerzo en el almacén de los Reyes Magos, llevando regalos de un sitio a otro y ordenándolos. Sonrió aunque estuviese terriblemente cansado, ya que gracias a ese breve sueldo podrían mantenerse unos cuántos meses. Deseando coger la cama para dormir, abrió la puerta de su piso, pero lo que se encontró no era precisamente lo que se esperaba: Tochi-chan estaba subido al respaldo del sofá, mirando hacia el mapa que tenían colgado allí. Parecía nervioso, y las tres tazas de café que había en la mesa seguramente habían ayudado. 

-¿Tochi-chan?- Piltrafilla se hizo notar, ya que su compañero no parecía haberse percatado de su llegada.

-¡Piltrafilla!- Exclamó el otro monito, saltando desde dónde estaba hasta el suelo (era un monito al fin y al cabo, podía hacer eso y mucho más) Veloz como el rayo, se puso al lado del recién llegado y le tomó de las manos, mirándolo con toda la ilusión que sus ojos de plástico le permitieron.- ¡Van a volver, Piltrafilla, van a volver! No te diría nada si no estuviera tan seguro, pero es que, lo llevo barruntando desde hace días, y bueno, a lo mejor es pensar mucho, pero la última noticia que he recibido de ellas es la prueba definitiva Piltrafilla. ¡Y mañana es Año Nuevo! ¡Que van a volver, por fin!- Exclamó Tochi-chan, que había dicho todo lo anterior atropelladamente y sin dejar de dar botecitos de emoción.- ¡Oh! Vendrás cansado. ¡Descansa, ve a dormir! A partir de mañana creo que no vamos a tener tanto tiempo para eso, ¡aprovecha!

-Tochi-chan, creo que deberías relajarte, ¿no has dormido en toda la noche?- Comentó Piltrafilla mientras se rascaba la cabeza (con el pie, con la mano no llegaba) y se sentaba en el sofá. Claramente, no había asimilado todavía las palabras del otro.

-¡Que sí! Piltrafilla, hazme caso.

-Pero, llevamos meses esperando, ¿por qué iba a ser ahora?- Ante esta pregunta Tochi-chan comenzó a rebuscar entre los papeles que había en la mesa, emocionado. Finalmente alzó lo que buscaba, uno de los últimos informes. Se lo lanzó a su compañero, que lo cogió al vuelo y comenzó a hojearlo apoyado en el brazo del sofá.- Pero… pero… pero…- Farfullaba mientras iba pasando las páginas.

-¡Exacto!

-Yo no lo veo tan claro ¿eh?…

-¿Cómo que no? Pero si es lo más lógico del mundo… ¿cuánto tiempo crees que llevan sin ir al cine juntas?

-…Bueno, en el mejor de los casos, en el que ellas volvieran a reabrir el blog… ¿y si no nos necesitan esta vez? ¿Y si no nos llaman?

-Lo harán Piltrafilla, lo harán.

¿Continuará?

martes, 30 de diciembre de 2014

¡Pasen y lean!: Diario de Tochi-chan

Día 720

Ese día Tochi-chan se levantó de la cama con un nudo en el estómago. Sabía cuál iba a ser su rutina esa mañana, como todas. Hacía dos años ya que, junto a su gran amigo Piltrafilla, seguía la pista a las creadoras del abandonado blog “Tormenta de Ideas”. Todo comenzó el día en el que, sin dar muchas más explicaciones, Lucilda y María se despidieron de ellos, alegando que tenían muchos asuntos que atender y que no podrían atender el blog lo suficientemente bien.

Desde ese día, ambos se quedaron sin trabajo.


La vida en el paro era monótona y aburrida, quizás por ello Piltrafilla y él se entregaron en cuerpo y alma en la tarea de buscar su única esperanza: que ellas volvieran a escribir en el blog. Todo después de unas semanas insufribles en las que sentían dolorosamente como el tiempo se les escapaba de las manos sin hacer nada útil. Recortes de periódicos, carpetas clasificadas entre las noticias sin confirmar y las que habían logrado corroborar, cientos de hojas impresas con sus historiales de internet… Todo inundaba el suelo de su cuarto, en el piso que se habían visto obligados a compartir.


Tochi-chan le echó una mirada de soslayo al mapamundi que tenía colgado encima del sofá, lleno de chinchetas de colores, antes de entrar a la cocina a prepararse el desayuno. Cuando se sentó frente a la única ventana de la sala de estar, agitando la cucharilla de su taza de chocolate, emitió un hondo suspiro (aunque fue más bien psicológico, era consciente de que su altavoz no emitiría más que chillidos adorables) Esos últimos días habían sido especialmente duros, porque esa pequeña luz de esperanza que le alentaba a continuar investigando sobre las chicas se había hecho más poderosa. No entendía el por qué, ya que más bien, las noticias sobre ellas habían sido escasas, por no decir casi nulas. La irracionalidad de sus presentimientos era lo que más le molestaba. No podía permitirse una desilusión, no ahora, sería un golpe demasiado duro. Sobre todo no podía permitir que Piltrafilla se enterase de sus cavilaciones, ya que sabía que podría acabar preocupándole.


Sonrió mientras daba un sorbito, observando los últimos expedientes curriculares que había logrado conseguir, parecía que Lucilda por fin había aprobado Física I, y María también Señales. Aquél hiatus no había sido en vano, eso él ya lo sabía porque confiaba plenamente en ellas. Su mirada pasó lentamente desde esos documentos hasta las últimas fotos que había obtenido de las salas de cine de la provincia.


Entonces, Tochi-chan pegó un bote del sofá.

En su pequeño cerebro de algodón algo había hecho clic.