domingo, 17 de febrero de 2019

Día Internacional de la Niña y la Mujer en la Ciencia

¡Jelou!

No sé cuándo subiremos la entrada, pero resulta que, ahora mismo, mientras tecleo estas mismas palabras, es 11 de Febrero, y eso significa que es el día Internacional de la Niña y la Mujer en la Ciencia. Y aunque aquí la mayoría de las veces hablemos sobre cosas que no tienen nada que ver con eso, la verdad es que a mi compi y a mí nos toca bastante de cerca este día, porque las dos estamos sufriendo estudiando Ingeniería de Telecomunicaciones, así que podríamos decir que también es nuestro día :D [Ueeeeeee]
Por eso, había pensado en compartir algo de nuestra experiencia, y desentrañar un poco la misteriosa secuencia de acontecimientos y decisiones que nos han hecho terminar dónde estamos ahora mismo. Porque si existe este día es precisamente por ese motivo: es raro que las chicas elijan carreras de ciencias/ingeniería. Puede que a muchos de vosotros os parezca una tontería, que no os cuadre, y hasta yo misma creo que lo entendí del todo hace relativamente poco, pero intentaré explicar la conclusión a la que he llegado, lo mejor posible.

De momento, perdonadme, pero me tengo que poner en modo abuelita para rememorar tiempos mejores...

Porque yo de pequeña lo que quería era ser veterinaria. Y eran tiempos mejores precisamente porque aún no me había surgido una pequeña limitación, que me haría replanteármelo un poco... mi alergia a los perros y los gatos xD Era feliz e inocente, y si a mí lo que me gustaban eran los animalitos pues allá que iba yo a cuidarlos para toda la vida (también era demasiado pequeña para saber que probablemente no iba a poder soportar todo lo malo que conlleva esa profesión). La cosa es que mi yo de primaria no tenía otra cosa mejor en mente, y cuándo mi tutora de quinto y sexto de primaria (una señora maravillosa, todo hay que decirlo) me dijo algo como lo siguiente:

Tú tendrías que estudiar Ingeniería Industrial, que hay pocas mujeres, y tú tienes cabeza de sobra.
Pues yo la miré con cara de "pero si no sé ni lo que es una ingeniería, (hulio)". La verdad es que no lo entendí, y tampoco le di mayor importancia. La vida seguía, y a mí no se me ocurría otra cosa mejor que lo de ser veterinaria... Pero a la vez me gustaba mucho leer y, en esa época, me faltaban libros en la biblioteca, lo devoraba casi todo. Mis padres, y en general toda la familia, supieron alimentar bien esa hambre de aventuras, y la fantasía comenzó cuándo empezaron a caer en mis manos libros de éstos que son medio interactivos, que te enseñaban desde a creerte espía haciendo tinta invisible con limón (wuooo), hasta a orientarte en medio del campo con las estrellas (wuooooooo), o a ver cómo con una pequeña plaquita solar se movía un ventilador (Y TE TRAÍA LA PLAQUITA SOLAR, WUOOOO).
Yo ahí descubrí todo un mundo de color, en el que los libros, además de contarme historias más o menos interesantes, me podían enseñar cómo funcionaba el mundo, y a hacer cosas chulas, casi brujería. ¿Podría yo dedicarme de verdad a hacer magia de esa? ¿A mover ventiladores con el sol, y a hacer casi lo que parecían trucos de magia con reacciones químicas? En esa época ni sabía a lo que se dedicaba un ingeniero, ni tenía constancia de que se podía estudiar la física o la química como tal, así que no le pude dar nombre a lo que a mí me parece ahora algo obvio: me gustaba la ciencia, yo ya quería aprender a descubrir cómo funcionaba todo, cómo aquella plaquita movía el ventilador y qué tenía que hacer para conseguirlo.

Había caído en el agujero, pero no me había dado cuenta.

El empujón definitivo me le dio otro libro (qué raro). A pesar de que no recuerdo ni el nombre ni la editorial, me acuerdo perfectamente de cómo compramos en la librería de mi pueblo una especie de kit para montar un robotito, que la verdad, ni me acuerdo de lo que hacía. Tampoco pude verlo terminado, porque tuvimos que devolverlo, ya que le faltaba alguna pieza, y no lo volvieron a traer más. Podéis imaginar que esto fue el drama de mi vida en aquel momento, después de tanto tiempo intentando montar aquel bicho, no iba a poder ni verlo funcionar. Quizás el destino me estaba avisando de la frustración que iba a tener que aprender a enfrentar si quería seguir en aquel agujero.

Entonces, mi yo que acababa de entrar al instituto, ya no lo tenía tan claro. Ya dejó de atraerme tanto la idea de ser veterinaria, y más después de saber que no iba a poder ejercer sin dejar de estornudar. Comencé a dirigir mi camino por la rama de Ciencia y Tecnología, aunque tampoco tenía ni idea de dónde iba a terminar, ni lo que iba a hacer (¿algún chaval a esa edad lo tiene claro? Porque el desconocimiento es grande, creo yo).

Sin embargo, poco después de entrar en la ESO hubo dos momentos que fueron decisivos para elegir teleco:
  • En tecnología tuvimos que hacer un proyecto de clase en el que construíamos un robotito bastante simple, el Cucabot, que funcionaba con interruptores fin de carrera. Mi profesor de entonces era bastante colegui, y gracias a su ayuda, pudimos hacer un modelo un poquito más avanzado que el que hizo la mayoría de la gente: en vez de simplemente chocarse e ir para atrás, el mío detectaba obstáculos a los lados, y se giraba al lado contrario. Aquello era una fantasía para mi yo de la época, que ademas tenía clavada la espinita de aquel kit que no pudo nunca montar del todo. Sin embargo, también sufrí bastante porque el bicho no funcionaba bien hasta que nos dimos cuenta de que tenía uno de los interruptores al revés xD A pesar de todo (la frustración, otra vez xD) ya sabía que yo quería esa droga, que yo quería hacer que se movieran cosas, robots o intentos de ello, y el olor del estaño ya me enganchó fuerte.
  • Luego una chica que conocía de los veranos, y que estudiaba Ingeniería Química en mi actual escuela me comentó que su novio estudiaba Telecomunicaciones, y que estaban todo el día desmontando televisores en su carrera y haciendo cacharros. Tal cual. Y yo pensé: YO QUIERO HACER ESO. (Esta es la historia de un doble engaño xD)
Así que, con todo esto, yo tenía muy claro que iba para Teleco, que encima tenían una rama dedicada a la robótica (y que quitaron justo el año que yo entré, de ahí lo del doble engaño xD Porque os prometo que no he desmontado ni un televisor en lo que llevo en la escuela xDDDDDDD)
Así que aquí estamos. Muchos años después, y teniendo que adaptar mi foco según los planes de estudio, resulta que no he terminado en Robótica, si no en Electrónica, y aún así, me alegro mucho de que el camino haya llegado hasta dónde estoy ahora.

¿He tenido algún problema por ser mujer? No, la verdad es que no, creo que he tenido mucha suerte tanto con mis padres, como con mis profesores, y compañeros. Pero también reconozco que es algo que he hecho porque estaba realmente convencida, y porque, seguramente por mis calificaciones, nadie se atrevía a llevarme la contraria. Si no hubieran caído en mis manos esos libros, o si no hubiera hecho en clase aquel Cucabot, puede que ni siquiera me lo hubiera planteado. Si hubiera tenido unas notas algo más mediocres, quizás algún comentario tipo "Hombre, pero eso es muy difícil para ti" me hubieran echado para atrás. Por eso es que, ahora que he intentado comprender cómo se ha ido forjando mi propio camino, considero importante una iniciativa como el 11 de Febrero, que lleva al alcance de las niñas y niños la ciencia, y les anima a intentarlo si les gusta, mostrándole ejemplos que admirar, y con los que sentirse identificados. Además de demostrar que el género no importa, también ayuda a dejar de lado esa idea (muy errada) de que sólo los que tienen buenas notas pueden entrar a ciencias, o lo que sea que cree la gente.

Y es que yo ahora a mi tutora de sexto le diría, que he creído entender lo que decía, pero que se equivocaba en una cosa. No es que yo tenga mejor cabeza o menos, es que más bien soy cabezona.



Yo por mi parte por completar la magnífica entrada de mi compi solo diré que estoy de acuerdo y que no creo que ser hombre o mujer haga que nuestros cerebros se predispongan más a una cosa u otra.
Por tradición es verdad que a la mujer se le ha relegado siempre a un ámbito más de letras y que si tú preguntas a alguien por un inventor famoso, lo primero que le saldrá será decir un hombre y es lógico y normal. El simple hecho de publicar un libro con nombre de mujer es algo "reciente", por lo tanto ¿una mujer de ciencia? Marie Curie y poco más.

Pero esto está cambiando y me alegro.

Yo sí he tenido debates sobre la diferencias del cerebro entre hombres y mujeres, y los chicos en cuestión, porque sí en este caso lo hablé con 2 chicos, me dijeron que para ellos la mente masculina estaba más ordenada para las ciencias y luego que la inteligencia media de las mujeres era más constante, pero que la de los hombres era más variable y que por eso los había algunos muy tontos y otros muy listos. 

Aquí cada uno con su pensamiento. Yo, y creo que mi compi opinará igual, no estoy aquí para decir si creo que el hombre o la mujer están por encima de otro, porque ni lo creo que ni lo comparto.
Soy más de la opinión de que cada persona tiene su propia inteligencia de las cuales, también en mi opinión, hay varios tipos, y que reducir eso al género me parece bastante absurdo.

Que cada persona elija y decida a qué quiere dedicarse en un futuro y que sobre todo sea feliz con ello.
Días como el 11 de Febrero sólo hacen que las niñas,y ya puestos los niños, pierdan el miedo a las ciencias. Que no hay que ser un Sheldon de la vida que eso sólo son tópicazos.

Aunque y en esto voy a acabar igual que mi compi: "Un buen profesor puede hacer que tu futuro vaya hacia un lado u otro" Porque estoy segura de que muchos de los que estamos en ciencias en algún momento tuvimos a un buen profesor que nos enseñó que las matemáticas distaban mucho de ser ese gran desconocido aterrador.